Día #3 – La familia

La pandemia te muestra lo que realmente importa.

El brote de la pandemia del COVID-19 ha transcendido en sus efectos biológicos, afectando a las relaciones intrafamiliares.

Leidy Johana Aguirre es líder del Proyecto “El Nido”, y dedica su vida para trabajar por el bienestar de madres y adolescentes embarazadas. Esta labor la lleva a cabo en la ciudad de Armenia, Colombia. 

Una de sus preocupaciones en este tiempo de COVID-19, es “el efecto negativo en la salud mental de las familias y la mayor necesidad de ayuda profesional para superar el estrés, la ansiedad y los traumas asociados”. Los problemas de salud mental en los niños y adultos han empeorado, y es difícil mantener una convivencia familiar saludable. 

Se estima, que entre 40 y 60 millones de personas en el mundo entero caerán en la pobreza extrema en 2020, viviendo con menos de USD 1,90 al día. Según la ONU (Organización de las Naciones Unidas), los gobiernos deben ampliar las medidas de protección social de las familias, diseñando programas y políticas que las conecten a servicios fundamentales de atención de la salud, nutrición y educación. Si no se toman medidas urgentes para mitigar la repercusión social y económica del brote de COVID-19, millones, en especial de niños que ya viven en circunstancias de extrema dificultad, caerán en la pobreza” (ONU, 2020).

Basado en un estudio publicado en “The Lancet” sobre las consecuencias psicológicas de las cuarentenas en las epidemias de SARS y Ébola, el psiquiatra Ariel Alarcón señala que la gente confinada siente ansiedad, depresión y rabia.  En esas condiciones buscan en su mente a alguien para desahogar su rabia y lo hacen con quienes están más cerca y son más vulnerables. A causa del confinamiento, los niños se enfrentan a mayor cantidad de riesgos de violencia y su propio aislamiento los mantiene lejos de poder pedir ayuda.  En otras palabras, debemos impedir que esta pandemia se convierta en una crisis de protección de la infancia.

La violencia hacia las mujeres también ha aumentado y el hogar se convierte en el lugar de su sufrimiento. Una investigación del Fondo de Población de la ONU, junto a Avenir Health, la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos y la Universidad Victoria, de Australia,  revela el aumento en un 20% más de casos de violencia durante los períodos de encierro, por lo que habría 31 millones de casos de abusos adicionales para un confinamiento de seis meses.

“La pandemia de coronavirus puede tener un impacto catastrófico en la vida de millones de mujeres. La incapacidad de obtener anticonceptivos puede llevar a siete millones de embarazos no deseados en apenas los próximos meses”

Además en la próxima década, alrededor del mundo y en algunas comunidades de Latinoamérica podrían aumentar considerablemente las prácticas de mutilación genital en mujeres y la obligación de casarse, teniendo en cuenta que el matrimonio infantil de las niñas se utiliza con frecuencia para aliviar la carga económica de sus hogares de origen. Además, millones de varones menores de edad se verán obligados a dejar sus estudios para incorporarse al mercado de trabajo informal.

Por otra parte, muchas familias en Latinoamérica son usualmente lideradas por madres cabeza de hogar que viven de trabajos del día a día y por la cuarentena, no tienen ingresos para sustentar a sus familias. Uno de los grandes desafíos que se ha presentado es cómo ayudarles a generar ingresos, siendo que además se trata en la mayoría de los casos, de madres con un bajo nivel académico. 

Estamos ante una situación inédita, no sabemos cuánto perdurará en el tiempo y una vez superada la crisis sanitaria habrá que sumar la económica y familiar. Se prevé que “veremos un aumento en los problemas de parejas y divorcio como resultado del estrés de estar confinados tanto tiempo. Al menos los datos que ofrece China así lo señalan.

Ante este escenario poco alentador, Leidy Aguirre comenta que “sin dudas podemos cada uno de nosotros encontrar oportunidades para ayudar a las familias con alimentos y productos de uso cotidiano. Pero además de eso, ofrecerles consejería y espacios para que los psicólogos y trabajadores sociales cristianos puedan sembrar palabras de paz y esperanza”.

Jesús es nuestra paz y esperanza, ¿serás tú el mensajero?

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