
Nunca se termina de aprender, gracias por enseñarnos eso.
Los centros educativos han sido el primer servicio público que cerró sus puertas, y probablemente de los últimos que retome su funcionamiento luego de la crisis por COVID-19.
Más de un 95% de los niños, niñas y adolescentes en América Latina, no están asistiendo físicamente a la escuela, siendo ésta una crisis educativa sin precedentes en la historia reciente (UNICEF 2020). Sí el cierre de la escuela se extiende aún más, existe un gran riesgo de que los niños se retrasen en su aprendizaje y de que los estudiantes más vulnerables nunca regresen a la escuela.
Donaciano Alvarado Hernández, Máster en Calidad de la Educación y Vicerrector de Desarrollo Institucional de la Universidad de Madero, realiza un seguimiento sistemático de las transformaciones que se vienen desarrollando en medio de la crisis por COVID-19.
Como respuesta inmediata a la pandemia, muchos países comenzaron a implementar modalidades de aprendizaje a distancia, incluidos cursos a través de plataformas digitales; sin embargo, estas modalidades no están garantizadas en toda la región, ni todas las familias tienen acceso a ellas, especialmente las familias de los sectores más vulnerables.
Lo anterior convierte en una prioridad el proporcionar contenido accesible en radio y televisión a los niños de bajos ingresos y sin acceso a internet, así como a los migrantes y las comunidades indígenas que se encuentran ubicados en zonas sin conexión.
La educación a distancia ha supuesto un gran reto también para los adultos. Además de manejar emocionalmente el estrés de la inestabilidad económica o de cumplir con las exigencias del cambio en su forma de trabajo profesional, han tenido que adoptar un rol más activo en acompañar el proceso de enseñanza de los niños.
Los reportes de violencia doméstica aumentaron más del 30 % en Francia, 50 % en India, 70% en Chile y 60 % en México. Las familias no estaban acostumbradas a convivir y a compartir los diferentes espacios y elementos de la casa por todo el día y parte de la noche.
Lo anterior da cuenta que, además de los problemas ya existentes en las familias, la nueva situación de crisis impactará en el aprendizaje en todos los niveles educativos. Una vez más vale la pena recordar que para lograr aprendizajes significativos, debemos estar física, emocional y espiritualmente saludables.
Por lo tanto, el sector de la educación necesita que las familias puedan ser acompañadas por un conjunto de programas y políticas públicas para no trasladar a los niños, la inestabilidad emocional de la crisis dificultando aún más el proceso de enseñanza.
Se corre un gran riesgo de que en los diferentes niveles se produzca una desvinculación al sistema educativo. Este año el PIB caerá en los países latinoamericanos en promedio entre un -3% y un -7%; por lo tanto, la pérdida de empleos forzará a que muchos estudiantes tengan que incorporarse al mercado laboral y no contar con recursos para asumir los costos asociados al aprendizaje en centros educativos .
Esto tendrá un doble impacto negativo; por un lado, los estudiantes se verán limitados en las posibilidades de acceder a programas de educación formal, y en segundo lugar, se prevé que profesionales de la Educación tengan que re-inventarse en sus profesiones ante la baja de estudiantes.
Para los profesionales de la educación, este tiempo es un gran desafío. En la mayoría de los países de la Latinoamérica, en los niveles de Educación Primaria y Educación Media, los docentes no tienen experiencia de enseñanza del currículum a distancia. Esto impedirá, casi con seguridad, que los objetivos del programa del año 2020 lleguen a cumplirse.
La mayoría de las universidades no cuentan con programas formales de educación en línea, por lo que será imperiosa una rápida transformación de las prácticas de enseñanza. Será necesario profundizar en las oportunidades que las plataformas virtuales de aprendizaje habilitan, aunque esto implique una dosis de tensión institucional adicional en las primeras etapas del proceso.
En su corazón Donaciano ruega a Dios que podamos desarrollar nuevas ideas y metodologías de trabajo docente para beneficiar el proceso educativo de las personas a lo largo de toda la vida.
Nuestra invitación es para unirnos en oración y Dios nos permita obtener el mejor aprendizaje posible en medio de esta situación.