
La fortaleza de las empresas no es mayor que la de sus miembros.
La globalización de los negocios y los avances tecnológicos se ven desafiados por un virus que nos recuerda la fragilidad humana. Es clave que en medio de la crisis, las empresas lleven adelante una buena gestión de las áreas estratégicas, para dar garantías a sus trabajadores y sostener la rentabilidad.
En el mes de abril, la Organización Mundial del Comercio (OMC)[i] publicó un informe en el que advirtió que la reducción de la actividad económica ocasionada por el COVID-19, causará una caída en el comercio mundial entre el 13 % y el 32 % en el 2020.
Más de 436 millones de empresas en el mundo enfrentan altos riesgos de cierre. Estas empresas operan en los sectores económicos más afectados, incluidos unos 232 millones en ventas mayoristas y minoristas, 111 millones en manufactura, 51 millones en servicios de alojamiento y alimentación, y 42 millones en bienes raíces y otras actividades comerciales.
Según la OMC, la pandemia hará desaparecer globalmente, solo entre abril y junio de este año, el 6,7% de las horas de empleos, lo que equivale a la pérdida 195 millones de puestos a tiempo completo, siendo la crisis más severa desde la Segunda Guerra Mundial.
No todas las empresas estaban preparadas de la misma manera para la eventualidad de una crisis de esta magnitud. En especial las Pymes, que representan la mayor parte del empresariado de las naciones, se ven golpeadas entre otras cosas por la falta de liquidez y la menor posibilidad de asumir deudas a largo plazo.
Los cambios en la demanda de los consumidores, el retraso o la interrupción en la cadena de suministros, el aumento de los costos de la materia prima y la devaluación de la moneda en algunos de los países de Latinoamérica, hacen que la gestión de riesgos se convierta en un factor clave para la sostenibilidad del negocio en el tiempo.
Además, muchas empresas deben de lidiar con el colapso en los precios accionarios y una mayor percepción de volatilidad. Esto trae consigo que las finanzas se vean afectadas y los inversionistas demanden planes de contingencia más rigurosos.
Esta presión se traslada a todo el personal de la empresa, por lo que la gestión de la comunicación de los pasos a seguir se vuelve fundamental para preservar entre otras cosas, la salud emocional de los trabajadores.
Para el MBA Jaime G.Cocunubo[ii], experto en el sector de la construcción, la digitalización de los procesos también será parte de los cambios que se acentuarán en medio y posterior a la crisis por COVID-19. Las empresas se verán obligadas a desarrollar plataformas automatizadas de producción y de comercialización en línea.
Esta crisis definitivamente transformará la forma de hacer negocios en el mundo y se acelerarán procesos de transformación empresarial que impulsarán al sector productivo a buscar nuevos escenarios de competencia en la innovación y el desarrollo tecnológico. En el sector de la construcción a modo de ejemplo, el experto afirma que la tendencia será a la utilización de estructuras livianas, pre-ensambladas y de armado automatizado.
Para muchas de las Pymes, esto no será posible sin el asesoramiento externo de qué y cómo hacerlo. El desarrollo de programas y políticas de protección a la Pymes implicará además el desembolso de paquetes de ayudas especiales y líneas de crédito de bajo interés, teniendo en cuenta que son este tipo de empresas las que proveen más del 60% de las oportunidades de empleo[iii].
Si bien las cifras son preocupantes, es posible lograr un equilibrio entre las políticas fiscales, monetarias y las medidas de menor o mayor apertura para el comercio internacional. Políticas de mayor apertura al comercio internacional podrían abrir un horizonte de oportunidades para la diversificación de los productos de exportación de los pequeños y medianos empresarios.
Para Jaime G.Cocunubo, ahora lo que nos preocupa es “cómo vamos a recuperar la economía, los trabajos y cómo vamos a combatir la inequidad económica del mundo”; seguirán pasando los años pero el mayor desafío es corregir la esencia de lo que somos.
Tal vez este tiempo de crisis sea la oportunidad de retomar un camino que nos vuelva más sensibles a las necesidades de nuestro entorno, que tratemos cuidadosamente el planeta y que protejamos la vida humana sobre todo interés comercial.
Este tiempo de crisis dice el experto, “es una oportunidad para mirar hacia adentro, transformar nuestros pensamientos, y dar pasos para transformar este mundo en un lugar más saludable para todos”.
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