Día #7 – Las Iglesias

Afiche Día 7 Español

El corazón de la iglesia sigue latiendo en los hogares

La Iglesia cristiana en Latinoamérica tiene por delante el desafío de mantener viva su misión, al tiempo que permanecen cerrados sus templos. Las tecnologías digitales se han convertido en una gran ayuda para comunicar un mensaje de esperanza, y coordinar ayudas para aquellos que más lo necesitan.

Al igual que todos los sectores de la sociedad, las Iglesias y las organizaciones cristianas no fueron la excepción en la afectación por COVID-19. Muchos cristianos también han sido perjudicados por la pérdida de ingresos económicos, familiares enfermos y el estrés que trae consigo el confinamiento en los hogares.

Esta situación ha movilizado a las congregaciones para dar respuesta a las necesidades espirituales, económicas, alimenticias y familiares. La Iglesia se ha visto desafiada a demostrar el sentido de unidad para atravesar la crisis.

Durante la reunión de una de las denominaciones más representativas del continente, se instó a los pastores a cuidar de forma especial su salud física, emocional y espiritual. En la práctica se les recomienda que puedan encontrar un amigo de confianza para ayudar a procesar las decisiones y el liderazgo[i]. Este es un tiempo nuevo, incluso para pastores y líderes.

El cierre de los templos o salones de reunión ha implicado que las congregaciones y organizaciones cristianas, adopten estrategias diferenciadas según sus posibilidades. Dios ha permitido que la iglesia disponga de las nuevas tecnologías para afrontar esta crisis, pero tendrán verdadero sentido sí permiten trazar un puente  con las personas  para que conozcan y sean redimidas por Jesús.

La generosidad se ha visto manifiesta de diferentes maneras. Asociaciones cristianas, han tomado la iniciativa de ofrecer escucha psicológica o acompañamiento a personas que se encontraban solas durante la cuarentena. Por otra parte, el apoyo entre los cristianos, la consejería y el ánimo colectivo,  entienden que redunda en un elemento de sanidad emocional, indispensable para afrontar los desafíos de la convivencia.

Algunas congregaciones han colaborado a paliar los efectos de la pandemia, donando material sanitario o de alimentos a gran escala, así como disponiendo de sus templos para albergar a personas, que en medio de la crisis se han quedado sin un lugar donde pasar la noche.

Ahora bien, no olvidemos que hay organizaciones o congregaciones pequeñas que no tienen estas posibilidades. Algunas incluso se han visto en la necesidad de entregar sus edificios rentados porque ya no es posible pagarlos y tampoco disponen  de acceso a la tecnología o de los recursos para apoyar a sus miembros en las necesidades materiales.

Estas congregaciones necesitarán recibir diferente tipo de ayudas para continuar cumpliendo con su misión. La Biblia en reiteradas ocasiones da cuenta que la generosidad se ve manifiesta con dinero y también compartiendo de la experiencia, asesoría y capacitación.

Otto Kladensky[ii] informa que muchos de quienes desempeñan la función pastoral, no cuentan con la formación necesaria para afrontar el uso de tecnologías digitales. Por eso, entiende que además de capacitación solidaria entre pastores, es importante facilitar bases de datos con “material digital relevante para motivar y movilizar a cada creyente a ser testigo de Cristo”.

En otro sentido, fuentes de la Cooperación Misionera Iberoamericana (COMIBAM) dan cuenta que muchos misioneros se han visto en la necesidad de regresar a sus países de origen. Los misioneros se enfrentan a un “dilema moral” que deben procesar adecuadamente.

Hay ocasiones que al misionero “le persigue la idea que ha traicionado sus valores prosociales más importantes y ha faltado a su propia ética”[iii], por eso, allí también la Iglesia tiene una oportunidad propicia para demostrar amor a sus enviados, dándoles contención y supliendo para sus necesidades.

En general los seres humanos hacemos planes de futuro pensando que tenemos el control absoluto de nuestras vidas y la crisis nos recuerda que todos somos frágiles y susceptibles. Muchos podemos creer que vamos a los templos para tener un encuentro con Jesús, sin embargo, es Él quién continúa golpeando a la puerta de nuestros hogares, aguardando poder entrar y cenar con nosotros.

La Iglesia tiene una misión, y esa misión late en el corazón de cada creyente.

“Jesús dijo: Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:19-20 Reina-Valera 1960 (RVR1960).

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