
Niños, adolescentes y jóvenes. La próxima generación contará la historia de cómo salimos adelante juntos.
La crisis por el COVID-19 tiene un impacto negativo sobre todo en las familias con mayor vulneración de derechos, solo si trabajamos juntos podremos lograr que millones de niños, adolescentes y jóvenes permanezcan saludables.
Un análisis del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), da cuenta que “alrededor del 77% de los niños menores de 18 años de todo el mundo viven en uno de los 132 países que tienen algún tipo de restricción de la circulación debido al COVID-19” y en materia de educación, toda una generación de niños y adolescentes ha debido interrumpir sus estudios. Según los últimos datos disponibles de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), “1.570 millones de estudiantes están actualmente afectados por el cierre de las escuelas en más de 190 países”[i]
“Por la experiencia de anteriores aislamientos, sabemos que los niños (y especialmente las niñas) en edad escolar que no van a la escuela durante largos periodos de tiempo tienen menos probabilidades de regresar cuando se reanudan las clases”[ii]. La situación es más complicada entre las familias que no pueden realizar su trabajo desde casa y que no cuentan con alimento suficiente.
El cierre de las escuelas también elimina el acceso a programas de nutrición escolar y con ello se disparan las tasas de malnutrición. “La pandemia es una crisis de salud que se está convirtiendo rápidamente en una crisis de derechos del niño“, dijo Henrietta Fore, Directora Ejecutiva de UNICEF.[iii]
Los factores de riesgo de violencia, abuso y negligencia están en aumento para los niños que viven bajo movimientos restringidos y deterioro socioeconómico. Si bien es cierto que millones de niños y adolescentes recurren a la tecnología digital para conectarse con el mundo exterior y podrían pedir ayuda, ¿cómo nos aseguramos de que están a salvo del peligro y de las potenciales consecuencias dañinas de internet?
Sobre este punto, Eden Valle, Director de Amber Ministry en Nicaragua, nos comenta que “las adicciones a videojuegos, pornografía o las redes sociales en los adolescentes pueden acentuarse como una vía en búsqueda de paz y sosiego ante los sentimientos de ansiedad o cuadros depresivos generados por los desafíos que enfrentan; lo cual daña más su bienestar físico y emocional“. Será importante prestarle atención a las señales que puedan estar enviándonos los niños y adolescentes al respecto y ayudarlos para el uso responsable de sus teléfonos móviles, tablets o computadoras.
Para prevenir estos estados de ansiedad o depresión es recomendable diseñar rutinas que permitan a los niños y adolescentes predecir lo que sucederá en el día, transmitirles información veraz sobre el estado actual de la pandemia y encontrar distracciones que puedan realizarse con ellos, tales como juegos de mesa, preparar la cena u otras actividades del hogar.
Cuando se trata de los jóvenes, la crisis por el COVID-19 tiene algunos rasgos particulares. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) emitió un nuevo informe en el que destacó que el sector de la sociedad más afectado serán los jóvenes, quienes recibirán “un duro golpe”.[iv]
“Los jóvenes trabajan por lo general en sectores e industrias afectadas por la pandemia, como el comercio al por mayor o al por menor, la hotelería y la restauración (asistentes de tienda, cocineros, camareros)“.[v] La falta de experiencia y de una red de contactos dificulta aún más la búsqueda de un empleo formal en el que cuenten con toda la protección jurídica y social.
También los jóvenes emprendedores o empresarios tienen sus dificultades. Por tratarse de emprendimientos en general de pequeña escala, las posibilidades de conseguir préstamos o contar con ahorros previos es casi imposible.
Matheus Motta dos Santos experto en tecnologías digitales y pastor de jóvenes en Brasil, nos comenta que “los jóvenes quieren ser perfectos en todo lo que hacen y eso es genial, pero existe una gran diferencia en buscar la perfección y ser perfeccionista. Es apropiado para aquellos que buscan la perfección saber que las caídas son parte del camino, y es posible regresar al punto donde cayeron”. Esta crisis afirma “es un desafío para superarse a sí mismos, reconociendo que la crisis es parte de lo que los hará aún mejores”.
Para finalizar Eden Valle manifiesta que “la nueva realidad post COVID-19 mostrará transformaciones en el área emocional de niños, adolescentes y jóvenes, presentándose un incremento de traumas emocionales que deben ser atendidos y sanados. La respuesta no está en un institución o gobierno como entidades abstractas, la solución la encontraremos en la participación activa y conjunta de cada uno de nosotros para brindar apoyo a las nuevas generaciones”.
¿Qué harás hoy por el bienestar de los niños, adolescentes y jóvenes? Toma la iniciativa y comienza a ser parte de su historia.
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